La educación bonaerense se encuentra en terapia intensiva. Encontramos egresados del nivel secundario con lectura silábica y sin una mínima comprensión lectora. Modelo que genera exclusión ya que el egresado no tiene una posibilidad de inserción laboral, por su formación y por la devastada economía.

Contamos con docentes profesionales y pedagogos excelentes, solo faltan políticas educativas acordes que permitan accionar positivamente sobre el conocimiento del estudiante.

El documento que consideramos, para la educación bonaerense, entre los pedagogos que dejaron un legado en nuestra provincia, a dos pedagogos de extracción radical Yrigoyenista, de la Ciudad de Buenos Aires y de Córdoba.

Saúl Taborda (1885-1944) nacido en Córdoba, influenciado por Martín Heidegger, un neokantiano, pero que su accionar pedagógico se alejó notablemente de los postulados de Kant y Heidegger con su “reduccionismo biologicista”.

Taborda era un ensayista educativo, que no realizó investigación pedagógica alguna. Y se limitó a opinar sobre la antinomia entre AUTORIDAD y LIBERTAD.

Carlos Vergara (1856-1929) era un abogado porteño adherente a la “Escuela de Mercedes” que basó su postura educativa en la experiencia como Preceptor y la Dirección del asilo de huérfanos y su recorrido pedagógico fue solo como profesor del Mariano Acosta.

No se trataba de bonaerenses y sus únicos rastros dentro de la educación bonaerense fueron a través de la política yrigoyenista y las preliminares ideas de la Reforma Universitaria de principios del siglo XX.

El escrito en cuestión, con respecto a la Secretaría de Educación, comienza refiriéndose a una llamada “Autonomía relativa” y “de acciones individuales transformadoras”. Con respecto a ello debemos decir que no se observa ninguna autonomía relativa y que se observa una suerte de comisariado pedagógico que presiona a docentes a realizar aprobaciones masivas desprovistas de conocimiento.

Dicen que hay una única educación pública con dos tipos de gestiones, tal como lo indica la normativa, pero observamos una educación privada sostenida por el lógico anhelo de grandes sectores de clase media y clase media empobrecida de que sus hijos adquieran el conocimiento que es verdadero motor de la inclusión social . Distinto es el caso de la educación de gestión pública totalmente pauperizada, solo sostenida por docentes que se atreven a desafiar este modelo decadente, una educación asistencialista, certificadora de conocimientos inexistentes, responsable de una exclusión social basada en la imposibilidad del acceso al mundo del trabajo y de un valor propedéutico casi inexistente.

Con respecto a las definiciones sobre “la escuela que queremos”:

  • ¿Qué podemos decir con respecto a “una escuela democrática en la que todos puedan enseñar y aprender, experimentando igualdad, libertad y justicia con el fortalecimiento de lazos de solidaridad y confianza”? Solo aplaudir de pie ante tan bella definición de la escuela que queremos. Solo nos queda la duda sobre la idoneidad, y la honestidad de quienes la ejecutan. Nunca lo cumplieron siendo gestión y no vemos encaminadas las decisiones para ello. Cuesta creer que no vayan a reincidir en ideologización, la virtualidad y en la pauperización del conocimiento como estos dos últimos años.
  • No entendemos que se organice optimizando esfuerzos quitándole tiempo a la función pedagógica de los equipos de conducción con estadísticas que se podrían obtener por otros medios.
  • Una escuela que se organiza optimizando recursos nos parece fenomenal, pero está lejos de la escuela actual que se organiza derrochando recursos tanto humanos como materiales.
  • Una escuela que se organiza optimizando capacidades estatales y sociales para garantizar el derecho a la educación nos parece importantísimo pero nos parece muy alejada del camino que se traza actualmente hacia una escuela que solo garantiza el derecho a la certificación desprovista de conocimiento.
  • Nos parece indispensable una escuela que reconozca las diversidades pero se contrapone con una escuela ideologizante y pobrista que vemos en la actualidad.
  • Pregonamos que la educación debe inscribirse en un proyecto de desarrollo con políticas de estado consensuadas por todos los espacios del pensamiento de nuestra sociedad.

No coincidimos con la comparación del sistema argentino con los demás sistemas educativos. La pandemia fue pésimamente gestionada y macabramente pergeñada en el aspecto educativo para certificar sin la contrapartida del conocimiento y dar vía libre a demandas sindicales vacías de profesionalismo.

Criticamos a la escuela que hicieron los actuales gestores del sistema educativo por haber desechado la presencialidad reemplazándola por una insuficiente virtualidad que se olvida de los factores positivos de la presencialidad y perjudicando a los sectores mas humildes que dicen defender dejando de lado la falta de hardware y de conectividad por razones económicas que la misma gestión generó con el cierre de fuentes laborales durante 8 meses o mas.

Coincidimos en que ha sido un verdadero desafío para los colegas que han puesto a disposición de la educación todo su bagaje de equipamiento digital y su profesionalismo, verdadero desafío inutilizado por la ineptitud de la gestión educativa jurisdiccional y las presiones sindicales.

Fueron 2 años de virtualidad casi total ya que no se puede hablar de intermitencia ya que la presencialidad total no llegó al 10% en esos dos años de desatinos educativos.

Vemos con agrado que se declare la realización de obras cuando, durante la gestión anterior fueron criticadas otras obras solo por ser gestadas por quiénes piensan distinto. Aquellas críticas y las acciones actuales quitan credibilidad social que difícilmente puedan recuperarse y transforman a la actual situación educativa en anómica.

PROF. DANIEL ALVAREZ