Este texto quizás resulte muy personal, y es que realmente lo es; lo único que pretende es encontrar la lectura de muchos colegas que se sientan identificados con estas sensaciones que nos invaden cada vez que escuchamos hablar de la situación de la educación en nuestro país, de la educación de nuestros niños, adolescentes y jóvenes; cada vez que nos paramos en las aulas e intentamos formar personas críticas, independientes, con saberes, con habilidades…


Hoy la educación resulta ser un fraude, pues se hace “como sí…”
Mi escritura siempre surge de interrogantes que no logro responder. Tenemos alumnos en diferentes grados, años y cursadas que no están listos para avanzar, y hacemos como que sí aprenden; nos hacen pensar que haciendo trabajos prácticos y teniendo algunos encuentros con los que han estado desvinculados como única estrategia, recuperaremos lo no aprendido durante casi dos años, lo no desarrollado. Nos hacen creer que con una persona ajena a su vida escolar esta se apropiará de lo atrasado; que con un período de intensificación se recuperará “lo perdido”. Estamos siendo parte de un fraude: comunicaciones poco claras, incompletas; un futuro escolar para los alumnos que no es prometedor, ya que, con cada egreso, se complejizan las debilidades; un sentido de la responsabilidad y del trabajo para aquellos con que con mucho esfuerzo siguen siendo alumnos regulares que pierde fuerza y sentido.


Y vuelve a mi mente una pregunta que me surgió allá por el 2020 cuando todos estábamos en casa haciendo lo que podíamos porque, por supuesto, el sistema no estaba preparado y nosotros tampoco para trabajar de manera virtual sincrónica o asincrónica: ¿priorizamos capacidades o contenidos? Y vuelvo a decir: capacidades, habilidades… pero no se hizo… lamentablemente se siguió enseñando en base a un material teórico ajeno a las necesidades existentes, en base a planificaciones que priorizaban contenidos, olvidándonos de acciones básicas que todos nuestros alumnos deberían desarrollar durante los primeros niveles educativos para enfrentar estudios superiores con todas las herramientas.


El resultado de cualquier fraude es negativo para una de las dos partes involucradas, y aquí los estafados son nuestros alumnos: el futuro de un país.
Este 2021 tuvo mucha inestabilidad -es poco serio tomar las decisiones educativas para beneficiar o perjudicar a un partido político o a otro- complejizando todo: el ánimo de los docentes, lo cotidiano de nuestros alumnos y, por lo tanto, la enseñanza y el aprendizaje. Nos encontramos con alumnos que presentan una alfabetización inicial empobrecida (por no decir nula), alumnos sin la capacidad de analizar situaciones abstractas, sin poder relacionar un texto con la teoría, sin el hábito del repaso cotidiano de lo que se trabaja en cada disciplina, sin poder producir un texto coherente, incluso, sin la autonomía para resolver trabajos básicos como puede ser abrir la carpeta, resolver un cuestionario o una evaluación sin que sientan un nivel de ansiedad que los anula y esto no se aprende respondiendo actividades dirigidas automáticamente.
¿Y aún creemos que resolviendo trabajos prácticos en el hogar se resolverá el problema? -No.
Hay tantas necesidades por completar que genera angustia ver cada alumno, cada realidad, porque la mayoría no es consciente del daño que se le está ocasionando, ya que para muchos de ellos, esto está bien: que se les exija poco, que con sólo algunas intervenciones aprueben y pasen de año… Aquí y ahora, el sentido del esfuerzo se perdió y hablo del esfuerzo con sentido, con propósitos, de un esfuerzo que sea el punto inicial para desear ser mejor, para desear un futuro con sueños por cumplir.


Tenemos un gran número de adolescentes que han abandonado los estudios: será que quizás no les interesa lo que la escuela les está ofreciendo y por eso se quedan en casa o salen a trabajar? O están sentados en las aulas porque simplemente es obligación? Estas preguntas creo que van más allá de la pandemia, de la extensa cuarentena, de todo lo que los docentes pudimos hacer; esto focaliza la deficiencia de un sistema que con esta realidad sólo la colocó en primera plana.


No hay una línea clara de trabajo para resolver estos grandes problemas que no son más que un recorte de lo que vivo en el día a día. Y preocupa repensar nuestro rol cuando, de alguna manera, formamos parte de este fraude, siendo también estafados.